"Saliendo una tarde del Túnel de
arquitectos, con un amigo encontramos -no podríamos decir que descubrimos- un
bar; dos escalones debajo de la vereda, en plena city, en el 849 de calle
Mitre, en la planta baja de un edificio construido por Vanoli y Quaglia. Este
bar se originó en 1953, y la imagen actual es de la remodelación que hicieran
los arquitectos José Luis Felcaro y Eduardo Castañeira en 1963 y que aún se
conserva. Dos toldos y un cartel negros con letras blancas lo nombran exacto:
JUNIOR
En el interior, el espacio
revestido de maderas de viraró y formica blanca ha conservado el tiempo. Los
materiales han envejecido noblemente, delatando su edad como las arrugas de una
cara, arrugas que han costado más de una sonrisa
Una barra de madera,
fórmica y placas de cobre de la casa Silvano; una fotografía de gran
tamaño -impresa por el estudio de Carrillo- forma un mural, sobre un dibujo de
Osvaldo Mateo Boglione para la carta original de 1963. Las butacas de madera y
cromo tapizadas en cuerina negra. Las mesitas fijas, que permiten colocar el
bolso. Fluorescentes embutidos: la iluminación y el aire acondicionado como
parte del diseño. Todo esta pensado, desde el principio y hasta ahora. Cada
detalle como un elemento del espacio y no como una decoración o ambientación.
Una de sus dueñas, María José, nieta de
José Peláez -su propietario original- nos cuenta que el bar se ha transmitido en
la familia por tres generaciones. Una consigna en común: “no a la publicidad!”,
el bar tiene su propios servilleteros de acero y madera productos de aquel
diseño original.
Siempre
se establece el valor de un clásico cuando cumple 50’ años, pero que bueno es
poder verlo en formación y que este nos pertenezca después de un cine o a la
salida del trabajo.
Y en estos tiempos de lo efímero
y del catálogo de Internet”¿cómo mantener un diseño vigente 46 años?. Tal vez
su neutralidad, su modernidad y el diseño a conciencia permiten que se mantenga
a pesar de los tiempos.
Sería bueno que diéramos una
vuelta a ver si nuestro tiempo y nuestro espacio aún nos pertenecen y podemos
darnos el lujo de tomar un café o almorzar un sándwich de pavita, un Frankfurt
o un Super Reyna, nombres que salieron del nombre del cliente que pedía ese
plato, de esa manera, y así heredó su nombre.
Cuando pensamos en patrimonio
muchas veces lo asociamos con lo perdido o con la nostalgia. A veces podemos
rescatar de manera individual y egoísta un objeto, una moldura o una foto como
congelando -deteniendo- ese lugar y ese momento para siempre. El patrimonio
involucra un lugar, un tiempo y personas identificadas con ese espacio físico
y temporal. Si las distintas generaciones mantienen su identificación los
lugares permanecen en la memoria, singulares para cada uno, pero al mismo
tiempo comunes, compartiendo la idea de que estamos ante algo importante porque
significan. Cuando aplicamos esto a la arquitectura deberíamos pensar los
edificios como un lugar, donde lo concreto se convierte al identificarnos,
padres, hijos, y porque no abuelos, en un sentimiento. Así los testimonian sus
fieles clientes que se han apropiado del lugar desde hace más de 40 años.
Tal vez este bar represente un
raro caso de permanencia de la memoria en el presente que nos convierte en
protagonistas de nuestro tiempo y nuestra identidad."
Este texto fue publicado originalmente en www. viarosario en Octubre de 2009. Y luego fue nuevamente publicado en http://viarosario.viapais.com.ar/arte-y-diseno/notas/eternamente-junior-27102.html. Agradecimiento a la arquitecta Ana María Sánchez.
Fotografías: arq. Juan Rodriguez
Fotografía en blanco y negro:
José Luis Felcaro